Cuando hablamos del patrimonio cultural nos referimos a una idea largamente construida práctica y subliminalmente en la conciencia de los pueblos, y al verbalizarlo y conceptualizarlo le estamos dando entidad, valor (algo muy distinto a precio), jerarquía relativa en los asuntos públicos… lo convertimos en un “algo” que nos apela, nos compromete y nos involucra personal y colectivamente. Son los símbolos que construyen la identidad de personas y sociedades.
Así como a mí me interesa que se conserven los hitos que conforman mi personalidad y la de mi grupo social, a cada uno de nosotros –los seres humanos habitantes de este mundo común– nos interesa lo mismo. Los objetos valorados por una cultura no pueden ser destruidos desaprensivamente; deben ser custodiados y preservados no solo por quienes encuentran en ellos símbolos de su identidad sino por todos, si queremos que se custodien y preserven los nuestros.
Ya ha sido una desgracia nacional la mudanza de los menhires de sus sitios originales; solo el autoritarismo dictatorial y la brutal ignorancia de quienes lo hicieron lo explican. Que ahora se haya instalado allí un parque de diversiones es lisa y llanamente un insulto al país todo.
¿Dónde están las autoridades encargadas de velar por el patrimonio nacional? ¿Dónde quienes deben hacer cumplir las leyes y castigar a quienes las infringen? ¿Dónde los maestros que deben enseñar el respeto entre la gente? ¿Hasta cuándo y hasta dónde se avasallarán los derechos de todos por el lucro de unos pocos? ¿Cuándo aprenderán los funcionarios a actuar respetando la ley? ¿Hasta cuándo se nombrarán funcionarios ignorantes, faltos de conocimiento y sobre todo, de sensibilidad y solidaridad?
Muchas preguntas sin respuestas en una Argentina a la deriva en materia de cultura. De la verdadera cultura, no de la caricatura que nos quieren hacer creer, no de una supuesta cultura elitista que no lo es en contra de una cultura popular que tampoco lo es. La cultura es una sola y su subsistencia se basa en el conocimiento, en el respeto al otro y en el cumplimiento de las leyes que hacen a una sociedad.